Elizabeth Báthory ha pasado a la historia como una de los personajes más crueles y sádicos que uno puede llegar a citar. Nacida sobre el año 1560 en el seno de una familia noble y poderosa en Hungria, un país aún sumido en un contexto medieval y una mentalidad plagada de oscuras y atávicas supersticiones; Elizabeth Báthory fue conocida por su especial gusto por la sangre, tanto bebida como en forma de baño, y por el sexo con otras mujeres.
Sus biógrafos relacionan en parentesco a Elizabeth con un Primer Ministro húngaro, incluso se sabe que su tío fue rey de Polonia, pero muy pocos biógrafos saben o quieren saber que también fue sobrina de un adorador de Satán y otros familiares fueron partícipes de ceremonias negras o la alquimia. La propia Báthory, se dice, que en ausencia de su marido, solía practicar ritos consagrados a Satán.
Hay quien piensa que en un clima tan opresivo, el aislamiento y la soledad (su marido pasaba largos períodos guerreando), la joven Elizabeth se perturbó. Desde muy joven toda su obsesión fue la belleza. Se dice que para paliar el aburrimiento comenzó a participar en distintas sesiones de magia negra y a realizar sus primeros sacrificios de seres humanos en loor del Caído.
Se sabe que vivía obsesionada por el paso del tiempo y su belleza. Al poco tiempo de nacer su primer hijo es cuando, según las crónicas, murió su primera víctima. Se dice que fue el propio Lucifer quien le susurro la posibilidad de rejuvenecer si bañaba su cuerpo en sangre de doncella. En realidad este es un tema antiguo, con profundas reminiscencias paganas. Ya para los egipcios, por ejemplo, los rituales con la sangre de los enemigos les aportaba mayor fortaleza y valentía, de igual modo ocurría en la América precolombina con Aztecas y mayas, quienes capturaban a un ingente número de enemigos y se comían sus vísceras, en especial su corazón, como elemento simbólico de poder y valentía. Es por lo tanto algo antiguo y común a todas las razas y las culturas del mundo que, de uno u otro modo, se practiquen ceremonias cruentas con sangre.
En este caso, no se trata de una batalla, ni de una guerra, en el caso de Elizabeth, el desencadente fue la obsesión por la eterna juventud y su fe ciega en el poder de la sangre.
Las atrocidades de Elizabeth Báthory
Se cuenta que, la obsesión por bañarse en sangre fue tal que solía recorrer los Cárpatos con sus criados buscando jóvenes mujeres campesinas y prometiéndoles una vida mejor junto a ella. Una vez en el castillo, las víctimas eran encadenadas y acuchilladas y se desangraban en una gran bañera. Se dice también que una vez realizado el cruento acto, ordenaba a varias criadas que lamiesen su piel para limpiar la sangre, si en algún momento mostraban recelo, también eran degolladas. Se dice que con los cuerpos de las jóvenes se practicaba nicromancia y distintos ritos prohibidos y relacionados con el satanismo.
Sea como fuere, ante tales crueldades, muy pronto cundió la alarma y el miedo entre los campesinos, incluso en las inmediaciones del castillo de Elizabeth se llegaron a encontrar numerosos restos humanos descuartizados, ello provocó una de las pocas revueltas populares. Ante la evidencia de tales actos y las pruebas irrefutables y sobre todo por la presumible revuelta popular que podía poner en peligro el antiguo orden feudal, Elizabeth es detenida y juzgada para contentar al pueblo, pero este no se conforma. Según las crónicas fueron encontrados más de cien cadáveres y restos de distintos cuerpos. Ante tal presión popular las autoridades tienen que condenar a la ejecutora de tales actos.
Se dice que llegó a confesarse autora en más de 600 asesinatos. También dijo que le seducía el perfume de la muerte y que todo aquello había sido inspiración del propio Lucifer, para que ella pudiese por siempre preservar su belleza y su juventud.
Sus colaboradores y criados fueron decapitados o colgados. Ella fue condenada a morir lapidada. En su mismo dormitorio, se excavó una especie de nicho en la pared, donde donde fue metida dentro y, dejando una pequeña ranura, se le alimentó con despojos y desperdicios. Las crónicas afirman que murió cuatro años después de su primer día de encierro.
Señalar por último, que resulta curiosa la analogía de este personaje y sus acciones deleznables con otro vampiro histórico, relativamente conocido, con Gilles de Rais, que aunque este cometiera sus acciones dos siglos antes, obraban de manera análoga: ambos eran nobles, decadentes, él homosexual y ella lesbiana, y ambos aparecían vinculados a ritos satánicos y misas negras, profesando gran atracción por la muerte, el dolor y la sangre de otros.
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