De todas las artes oscuras, la nigromancia es la más oscura y poderosa de todas, el arte de llamar a los muertos. En principio este arte se relaciona enteramente con el acceso al mundo de los muertos y el sometimiento de estos. Esta práctica data de tiempos inmemoriales, quizá el hecho de hablar con los muertos, de predecir el futuro y de someter a los no vivos sea tan vieja y antigua como la propia humanidad.
Es considerada como una práctica prohibida y oscura ya que según expertos en el tema, este tipo de magia no solo implica un pacto con el demonio, sino que se piensa que el propio cadáver sobre el cual se ejecutará la magia, puede tener un alto deseo de vivir de nuevo absorbiendo energía y vidas de los vivos, es por ello que peligra hasta la propia vida del oficiante de estos ritos.
Para la advocación de un difunto, lo primero que se requiere es saber las causas de su muerte y tener su cuerpo dentro de unos límites temporales; de hecho era muy frecuente en épocas pasadas que desapareciesen cadáveres recién enterrados de sus lugares de reposo.
Después de tener el cuerpo y los conocimientos, se necesita invocar a distintos espíritus para la protección de uno mismo y también del propio el permiso y el favor del propio Satanás para que nos ceda la voluntad de ese cuerpo. En la antigua Grecia, por ejemplo, se hacía un llamamiento a Kore, Persefore y a Hades; siempre se invocaban a los dioses de lo oscuro y las artes prohibidas. Para los romanos, por ejemplo, según describe Séneca en una de sus crónicas, el ritual de invocación a los muertos implicaba fuego y que el maestro estuviese empapado de sangre por todo su cuerpo.
El arte de llamar a los muertos en las diferentes culturas
Los egipcios utilizaban esencias y aromas por sus poderosas influencias. Algunas de sus preparaciones incluían incluso, un cuidadoso estudio de las posiciones de los planetas, en especial de la luna y de Saturno.
El escenario es también una cuestión importante. Se requiere un espacio tranquilo, sosegado e iluminado por velas. Por otra parte, el cadáver tiene que estar alejado del dogma cristiano, alejado de la protección de la fe religiosa.
Una vez se producen todo este tipo de circunstancias, se deben dibujar distintos círculos concéntricos, simbolizando aros de energía, sobre el suelo y sobre el cadáver. También se articularán distintos tipos de cruces y otros símbolos junto con distintas plegarias invocando al oscuro y a la persona en cuestión. El círculo debe ser bendecido y consagrado con el mago en su centro, protegido por la fe, la fortaleza y el valor simbólico de los elementos dibujados. Luego solo resta invocar a distintos demonios y por último al ser que queremos despertar.
En su invocación el maestro debe llamar a los muertos por su nombre y, en caso de éxito, deberá enfrentarse a todo tipo de seres y de sensaciones extrasensoriales, siempre sin salirse del círculo trazado. Es de vital importancia que en este punto Lucifer nos ayude y nos presente y someta al espíritu del cadáver para que quede sometido a nuestra voluntad. En ocasiones no reconoce su propio cuerpo, otras esta poseído por la ira. A veces para someterlo, además de la invocación y la ayuda del Maligno, hace falta también saber datos de su vida o la forma de su muerte.
Después, cuándo el cadáver queda sometido, se hace imprescindible despedir a los muertos, en ningún caso el oficiante debe salir de los círculos antes de que todos desaparezcan. También se tiene que deshacer de cuantos objetos han estado involucrados en la ceremonia; todo debe ser entregado al fuego pues se piensa que la materia tiene memoria de los hechos y cualquier objeto podría haber quedad impregnado de energía negativa.
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