Hacia el tercer milenio de nuestra era, distintas expediciones de pueblos ubicados en el norte Francia y Alemania, colonizan la zona escandinava. Con ellos portan la adoración de múltiples fuerzas naturales, una religión y unas creencias que, vinculadas siempre con el nuevo contexto, evolucionan hacia una cosmogonía más compleja y un panteón de dioses, presididos por Odin, feroces y advocados a la guerra y el dolor. Este tipo de cosmologíade la mitología vikinga se explica por la propia naturaleza guerrera y terriblemente combativa de los vikingos.
Los Aesires, eran, por ejemplo, dioses dedicados a la guerra, moradores de la mítica ciudad de Asgard, una ciudad mítica y fabulosa donde tienen cabida los más terribles dioses. Los Aesires son, según la mitología vikinga, descendientes del dios primigenio, Burí. Quien preside a todos los dioses es Odín o Wotan, el cual ostenta poder sobre el resto de los dioses y todos los humanos. Es también, además de Señor de la Guerra, dios de la sabiduría y la inteligencia, representada, a su vez, por dos cuervos negros, Hugin y Munin que siempre lo acompañaban. El propio Odín, como otros dioses clásicos, tiene el poder de la transformación. En múltiples leyendas podemos apreciar al padre de los dioses, disfrazado de mendigo, aconsejando a reyes y grandes señores. Su emblema será la terrible lanza de Gungnir.
El segundo Aesir, en rango de importancia, es Odín, señor de todos los mares y la guerra. A este dios se le rezaba antes de la guerra. El alentaba a los berseks o guerreros y les infundía el valor y la fuerza necesarias. Es famoso su martillo, también conocido como Mjolnir
Tyr, hermano de Thor, era caracterizado por su habilidad con la espada. Era el dios de la espada, de las batallas justas. En este caso vemos como Thor y Tyr se complementan de la misma manera que distintos dioses en otras mitologías, por ejemplo Ares y Atenea, en la mitología griega.
La Mitología Vikinga y el más allá
Según esta mitología y en la mayoría de ellas, cuando un hombre cae en la batalla va al Valhalla, el gran banquete donde sus heridas se cerraban y compartía alimento e historias con el propio Odín y con las hermosas walkirias. Es curioso, como el miedo a la muerte se alivia, en casi todas las culturas, también las belicosas, con un paraíso tras la muerte en combate, según la valentía y el arrojo del propio caído. Nótese en este punto, como en la mitología árabe, durante su máximo apogeo, los caídos en combate irán a un harem, repleto de mujeres y todo tipo de lujos; por otra parte, sin ser tan explícitos los cruzados en Guerra Santa también aspiraban al paraíso si caían defendiendo la cruz.
Volviendo al contexto vikingo, hay que señalar que los hombres o las mujeres que morían de una muerte que no fuese en combate, éstos terminaban en el infierno y el submundo, donde reinaba Hel, quien administraba las almas de los muertos entre tremendos tormentos y grandes penurias. Por lo tanto, la mitología y la sociedad vikinga, esperan de cada hombre la muerte de éste en combate, de otra manera le espera la deshonra y el perpetuo penar.
Existe otros dioses secundarios como Frei y Freya, dioses de la fertilidad, los cuales eran adorados por los campesinos, los marinos invocaban los favores de Njord para obtener vientos favorables en sus peligrosos y desconocidos viajes por mar.
Mencionar también la existencia de numerosos geniecillos, duendes, elfos y enanos o incluso dioses negativos como Loki, dios de la mentira.
La mitología vikinga constituye, sin duda, una visión del mundo particular, fascinante y poco conocida en países como el nuestro, una mitología escrita a golpe de espada y victoria.
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