La costumbre de escrutar el cielo en busca de señales o augurios que determinen futuros acontecimientos, es un fenómeno antiquísimo. Los primeros testimonios datan de la antigua cultura Mesopotámica. Existen anotaciones que describen los cielos y la descripción de determinados fenómenos desde el Tercer Milenio Antes de Cristo. De hecho, la actual astronomía que estudia los los astros y su influencia sobre las personas tiene aún una gran deuda con aquellos antiguos astrólogos que anotaban las posiciones y los movimientos de los cuerpos celestes, los cuales, incluso eran capaces de crear calendarios y predecír incluso eclipses y las distintas fases lunares.
La observación del cielo y la alineación astral, es una fascinación compartida por culturas como la Mesopotámica, que erigían sus zigurats a modo de observatorios astronómicos, la cultura egipcia o incluso los Mayas y Aztecas, los cuales, como es bien sabido, realizaron precisos calendarios lunares, anunciando distintos fenómenos celestes vinculados con acontecimientos sociales o institucionales.
Bien es cierto que, aparte de tan asombrosos trabajos astrológicos, como ya se ha dicho, el propósito de estos sacerdotes-astrólogos es, no solo la mera descripción de los cuerpos celestes, sino que existía un trasunto místico y revelador. Desde estas antiguas civilizaciones se pensaba que elemententos como la posición y la alineación del sol, de la luna o de los planetas, determinaban, no solo los grandes acontecimientos, como ya se ha dicho, sobre la tierra, sino que también podían influir en la vida de las personas.
De hecho, hay testimonios escritos, labrados en piedra, donde, de manera metafórica, los mayas afirmaban que las estrellas hablaban y describían la llegada de “grandes pájaros a través de mar”. Es evidente que, muchos han visto una metáfora entre la profecía señalada por los astrólogos-sabios de Cuauthémoc como la llegada de los españoles a América.
Los astros y su influencia sobre las personas: conocer el destino
Hay muchas personas que, por otra parte, piensan que la astrología puede revelar su predestinación. Ello radica en la supuesta influencia de los astros y su posicionamiento con respecto a la tierra en el momento en el que nacemos. En esta cuestión tan atávica como supersticiosa, late un principio científico innegable. Es un hecho constatado como la luna, igual que influye en las mareas, por ejemplo, también puede influir en el comportamiento del ser humano. No olvidemos que las personas somos un 75% agua, por ende es comprensible, lógico y cabal dicha influencia astral, en este caso, lunática, sobre las personas.
De hecho, y continuando con la luna, éste será un astro esencial para antiguas culturas paganas. Por otro lado, y en relación al sol, de igual manera encontramos culturas como la egipcia, o la azteca o la inca, auténticos adoradores del dios Sol, vinculado éste no solo a la fertilidad de las tierras, también a las victorias en el campo de batalla. De la influencia de los astros y su capacidad para ser interpretados no se libra ni tan siquiera el cristianismo. Recordaremos que será una “estrella fugaz” (un cometa) quien guíe a los Reyes Magos hasta el lugar del nacimiento del hijo de Dios. Así mismo, no deja de ser curioso que, en líneas generales, el avistamiento de cometas sea presagio de mala suerte para muchas culturas, incluidas las europeas, ya que solía estar asociado el paso de estos fenómenos con años o períodos de grandes desgracias y dolor: guerras, hambres, pestes, etc.
Por lo tanto, y tras lo reseñado, se puede ver cómo la antigua astrología presentaba claros tintes deterministas por un lado (la posición de los astros determinaban la vida de un ser) e incluso también podemos señalar su carácter adivinatorio o premonitorio según lo observado e interpretado.
Terminaremos señalando que, pese a la parte más esotérica, subyace también determinados principios científicos, claramente constatados, que vendrán a afectar dicha conjunción astral al comportamiento de animales y personas.
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