Los buenos y malos espíritus son determinados tipos de energías de alguien que ya no está en esta realidad. Es evidente que existen espíritus positivos, cuya única intención es desvelar cuestiones que han podido quedar suspendidas en el tiempo, o acciones que su propio final no les dejo concluir en la dimensión en la que nos movemos. Incluso hay entidades que nos pueden avisar de determinados peligros que corremos.
Desgraciadamente no todos los espíritus son buenos. Existen otros que, por determinadas causas, han quedado marcados por la negatividad, quizá, de una muerte violenta, o quedan marcados por la necesidad de una venganza. Las causas pueden ser múltiples, pero también existen entidades malignas que pueden causarnos mucho daño. Por ello es necesario protegernos, de algún modo, u obligarles a abandonar nuestra realidad.
Lo primero para alejar un espíritu o una entidad de nuestro entorno o nuestra vida, será tratar de comprender qué es lo que ata a dicho espíritu a nuestro plano de la realidad. El por qué no puede encontrar paz y, evidentemente, la causa por la que trata de causarnos mal.
Habría que recordar en este punto, que muchas personas han muerto, como se decía al comienzo, de muerte violenta o con asuntos sin resolver, es precisamente este tipo de causas por las que la entidad no tiene paz, incluso puede ser que esa persona ya en vida estuviese cargada de negatividad, quizá en muchos casos bastará con que termine aquello que no pudo concluir en vida o la realización de un funeral apropiado, o incluso nuestros rezos en memoria de esa persona que ya no está, pero no asume su propia ausencia de entre nosotros.
Los malos espíritus: una cuestión cultural
En realidad, este hecho de seres espirituales es un hecho presente en casi todas las culturas del mundo, y cada cultura, cada pueblo, cada forma de entender la vida y la muerte tienen una manera distinta de expulsar ese tipo de presencias.
Por ejemplo, en distintas partes de Africa, se pensaba que después de un combate las personas vivas portaban con ellos presencias e influencias malignas de todos aquellos caídos, era por ello que realizaban distintos rituales, antes de volver al poblado y se bañaban en la corriente de un río para que dichas energías no entrasen con ellos en su poblado.
En el Norte de América, por ejemplo, la tribu de los Algoquin pensabam que mediante las ofrendas de comida podían mantenerse a salvo de los propios espíritus y presencias de sus antepasados y mediante estas ofrendas alejarlos de sus hogares sin causar daño.
En Gales, por ejemplo, una forma muy común para atrapar a un fantasma era, y es, invocarlo a través de una botella y con una vela encendida. Cuando la entidad aparecía dentro de dicha botella, ésta se sellaba y se lanzaba a un río para que se la llevase lejos.
Como hemos visto en estos tres ejemplos anteriores, no importa qué parte del mundo sea, el hecho es que prácticamente en todo el mundo se cree y se piensa en una existencia después del tránsito de la muerte y de una permanencia de distintos tipos de energía, la cual en su día fue persona.
Para terminar, señalaremos que en un contexto occidental y siempre según los dictámenes de la ortodoxia católica, existe el concepto de exorcismo para liberarse de dichas energías negativas, de hecho, muchas personas piensan que los espíritus son demonios transfigurados en personas muertas. Cuando es necesario deshacerse de ellos, se suele recurrir a la Iglesia y a sus sacerdotes quien, en nombre de Dios, y con el uso de las oraciones y el agua bendita, expulsa el demonio de la casa o de la persona que ha sido couapda.
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