La invocación a un espíritu es un acto de suma trascendencia y de gran simbología. No debemos caer en la tentación de hacerlo si no es con personas que sepan y conozcan los pormenores de este tipo de ritos.
Para comenzar, habremos de señalar que la invocación del espíritu se basa en la naturaleza, en el destino y el origen de seres que viven en otra dimensión, así como también en la manera de manifestarse y de relacionarse, en este caso, con quienes llaman su presencia. La invocación es solo un acto más, quizá el más conocido, de tantos que presenta el espiritismo. El acto de invocación se podría definir como un contacto entre, generalmente, una persona llamada médium y una entidad que de otro plano distinto al real. Las motivaciones pueden ser múltiples y sin embargo son un aspecto fundamental del rito. Debemos pensar muy detenidamente el porqué, ya que el cómo lo establecerán personas con más experiencia en el campo.
Como casi todo en la vida, una sesión de espiritismo puede ser con fines buenos o con intenciones más oscuras. En principio, si se trata de un rito “blanco”, no se admitirán elementos como la uija o simbología negativa que pueda provocar el advenimiento de una entidad negativa. En un rito, es aconsejable que intervengan un médium y tres participantes, como simbología del Santísimo Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La mayoría de las veces la entidad optará por manifestarse a través de la persona más sensible o más receptiva para ello, por regla general el médium, si bien, hay casos en los que ha optado por otra persona.
Invocación a un espíritu: ceremonia
También será trascendente el marco, el contexto en el que se desarrolle la ceremonia de invocación. Debemos optar por lugares neutros, espacios donde no exista acumulación de energía negativa. Por ejemplo, se desaconseja realizar este tipo de actos en cementerios, o en lugares donde ha ocurrido una tragedia, ya que los espacios, los lugares quedan imbricados por la energía de las personas y los actos que han ocurrido en esos puntos.
Otro aspecto esencial será el respeto hacia lo que estamos haciendo y a quien estamos llamando. Existen casos en los que tras una ceremonia de invocación supuestamente “fallida” alguien, alguno de los participantes ha soñado esa misma noche o las siguientes con alguna persona, conocida o no que ya no está entre nosotros. Ello es debido a que la presencia a quedado en esa persona por alguna causa que se desconoce. Es precisamente en los sueños cuando más perneable esta la mente humana para según qué estímulos. Que un ente no se manifieste, no significa que no esté, eso es una cuestión que debemos entender antes de comenzar y después de salir.
Como decíamos, invocar es una cuestión muy sería que puede determinar nuestras vidas. Por otro lado, hacerlo sin preparación y sin conocimiento, puede dar lugar a invocar un ente negativo, con lo que se puede poner en serio peligro nuestras vidas.
Resumiendo, se podría decir que para la preparación de una ceremonia de esta naturaleza, necesitamos una motivción clara y lícita, un contexto adecuado y un respeto hacia lo que estamos haciendo y, evidentemente, repito una vez más, con alguien que tenga experiencia en ese campo.
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