El pentáculo o la estrella de cinco puntas es un elemento antiquísimo y con una simbología profunda y, en ocasiones, vinculada con ritos y hermandades de comunidades satánicas, si bien esta identificación es relativamente reciente, ya que dicho uso demoniaco se producirá a partir de principios de Siglo.
Pese a su naturaleza pagana, para la propia Iglesia Católica ha tenido un significado profundo. Según la propia iglesia católica, “cuando el pentáculo está ubicado sobre el cuerpo de hum hombre, éste viene a señalar los cinco lugares donde Jesus, el hijo de Dios, fue herido”
Una interpretación que, casualmente se ajusta a los hechos históricos narrados en el Libro Sagrado del cristianismo. De hecho existen documentos en los que, durante la Edad Media, algunos cruzados usaban el pentagrama como símbolo de fe y principio religioso.
Por otra parte, la wicca y toda la imaginería pagana, también lo asume como propio y lo interpreta según su mentalidad. Para la cultura pagana, el pentagrama podía significar, en cada una de sus cinco puntas, los cuatro elementos más la punta superior que correspondería al “espíritu creador de un todo”
Para los judíos, por ejemplo, la estrella, en este caso de seis puntas, no confundir con el pentáculo de cinco, tiene también una enorme trascendencia en su imaginería y sus creencias, ya que dicho elemento, como bien es sabido, se identifica con David.
Al respecto de las logias satanistas, como ya se ha dicho, no asumen como propio este elemento hasta principios del S. XX, quizá por influencia pagana o también por la enorme trascendencia que dicho símbolo tiene para las religiones monoteístas. Como es habitual, los satanistas invertirán el símbolo (igual que invierten la cruz), lo cual vendría a significar que los elementos de fuego y tierra quedarían en la parte superior. El Fuego simboliza el poder del deseo, la pasión y todos los instintos humanos, la Tierra, en este sentido, será una alegoría de la prosperidad y lo material, también de la fecundidad y la fertilidad. De tal modo que las puntas que simbolizan el espíritu y lo místico, lo vinculado con Dios, quedará mirando hacia abajo. De hecho, esto ya aparece en la wicca: el uso del pentáculo invertido significaba un “estatus de segundo grado” o adelantado; por lo tanto ni el elemento, ni la forma en la que lo usan es algo propio y exclusivo del satanismo.
Este hecho de tomar símbolos y adaptarlos para una mentalidad o una concepción del mundo propia, no es un hecho nuevo. Sin ir más lejos, los cristianos tomarán el símbolo de la cruz, como lugar de martirio para los suyos, y elemento que ya está presente en culturas como la egipcia. De igual manera ocurre con la esvástica, símbolo de la religión budista que, en el S. XX será tomado como emblema del nacional-socialismo alemán. De igual manera, ocurre con el pentáculo. Por lo tanto, vemos que la verdadera trascendencia de los símbolos no está en su forma, sino en su trascendencia, en su significación y en lo que ello representa.
Sobre su origen, no hay nada de cierto. Hay quienes lo asocian con las corrientes clásicas pitagóricas. Lo cierto es que es un símbolo antiquísimo. Otros piensan que tiene orígenes célticos. En este contexto celta muchos han visto la equivalencia del pentáculo con la figura humana, donde quedan representadas las piernas, los brazos y la cabeza de la estrella que simboliza lo elevado del ser humano. También se puede aludir a los cinco sentidos, siendo así una alegoría de la unión entre lo divino y lo perfecto de las líneas y las puntas con lo humano de sus formas y equivalencias.
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