El vudú por antonomasia y desde círculos poco familiarizados con esta religión, se ha asociado con el mal y es cierto que una variante del vudú ha desarrollado este tipo de ritos vinculados con lo oscuro, sin embargo, la mayoría de las personas que creen o practican el vudú muy poco o nada tienen que ver con ceremonias o intenciones de naturaleza demoniaca.
El vudú es originario de África, llevado y desarrollado en América por los esclavos originarios de este continente, en especial el foco originario de esta religión es Haití, desde este punto se extenderá a distintas partes de America, sobre todo las Antillas y Sur de la actual Norte América.
En la cosmología del vudú, existe un dios llamado Legba que es el encargado de mediar entre los hombres y los espíritus de mayor rango. En el grupo de los Loa, o dioses mayores, se encuentran deidades como Damballah, dios serpiente representante de la virilidad y la fuerza. El amor viene presidido por la diosa Erzulle, la cual puede atender suplicas de venganza a favor de un amante despechado.
El oscuro Samedi, aficionado al tabaco y al ron, objetos que con frecuencia suelen ser ofrendados a tal deidad, dirige los guedé; que son dioses de categoría menor y tienen vinculación con el espíritu de los ancestros, con la muerte y el más allá.
Rituales Vudú
El ritual vudú suele ser una ceremonia sencilla y sangrienta a la vez y, al menos los ritos oficiales, los que no invocan fuerzas oscuras, suelen ser multitudinarios, coloridos y presididos por canciones de invocación e instrumentos de percusión para atraer la atención de los dioses.
Para un rito vudú, primero se invoca a Loa mediante un baile frenético, entre el sonido ensordecedor de tambores y canticos, a la espera de que algún dios menor posee el cuerpo delos participantes. Este tipo de ceremonias se suelen realizar los sábados por la noche en el homfor, un recinto sagrado donde reposan distinta reliquias y objetos de personas ya muertas. Existen distinta categoría de sacerdotes y sacerdotisas: el hourgan y la mambo. Ellos son los encargados de dibujar en el suelo los dibujos mágicos. El objetivo último de la ceremonia es que distintos dioses posean el cuerpo de los participantes y a concederles distintos deseos, prosperidad o la cura de personas enfermas. Todo ritual debe terminar, necesariamente, con el sacrificio de algún animal, en regla general suelen ser aves o cabras, en honor al dios o los dioses a los que se han invocado. El cenit de la ceremonia radica cuando los loa han ocupado el cuerpo de las personas que participan en la ceremonia y éstos comienzan a bailar, lanzar alaridos y balbucear, se produce por tanto un estado de enajenamiento personal y cognitivo.
Como se decía al comienzo, se ha acusado a este tipo de prácticas de realizar oficios oscuros e incluso sacrificios cruentos con personas, pero siempre parten tales acusaciones, de personas poco instruidas en el tema, ya que si existiesen este tipo de aberraciones, sería siempre en alguna escisión o en algún grupo muy reducido de lo que el verdadero vudú supone.
Se podría citar, a modo de curiosidad, que existe una rama del vudú dedicada a la magia negra, dirigida por lo general por un bokor o anciano, esta filosofía es la que más ha desarrollado la cinematografía actual y la literatura. Además de rituales como el uso de muñecos de trapo, de estatuas de cera o incluso de fotografías de la persona a la que se quiere dañar. Este hechicero suele cobrar muy caro, sea en especias o en metalico, por sus servicios y los efectos de tal magia, basada en gran parte en la sugestión de las víctimas, suelen ser muy graves y permanentes.
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