En la latitud más meridional de España, entre agrestes montes y tradiciones milenarias se encuentra Galicia. Este es el contexto en el que misteriosamente se desarrolla en lenta procesión, paso a paso, un incierto itinerario: el de la Santa Compaña. Según la tradición folclórica, se trata de almas en pena que recorren los caminos de la Galicia profunda buscando su camino y su redención.
En la actualidad existen miles de testimonios que constatan tan oscuro y peligroso encuentro ya que, según la tradición, si uno se encuentra con la Santa Compaña y le entregan un cirio blanco, significa que su final esta cerca. Según algunos testimonios, la Santa Compaña esta formada por dos hileras de ocho almas en pena. Aparecen siempre cuando ya ha pasado la media noche y hay dos noches en las que son especialmente numerosas este tipo de encuentros o visiones: la noche de San Juan y el Día de todos los difuntos.
La sensación descrita y compilada por los propios medios Gallegos o por la Academia de Historia Galega, es algo indescriptible: los animales huyen en cuanto perciben su presencia y quien no tiene la precaución de alejarse experimenta una rara sensación de frio, dolor y un pavor que le impide moverse. Al parecer el cometido de esta comitiva es buscar a alguna persona que está a punto de morir. Es como si, adelantándose al incierto final, fuesen en anuncio de la propia muerte.
Orígenes y Leyendas de la Santa Compaña
Seguramente, los orígenes de este tipo de apariciones milenarias, tengan sus hondas raíces en creencias celtas, que en distintos documentos ya expresaron en su día un tipo de apariciones de los espíritus nocturnos para llevarse a niños y mayores. Es un hecho fehaciente la influencia, aún hoy, de las costumbres célticas en el imaginario colectivo del pueblo gallego. Ni la iglesia en tantos siglos ha podido erradicar este tipo de creencias, por ello, antaño, se limitó a cristianar caminos y vías y a instalar los famosos humilladeros, como salvaguarda de viajeros y peregrinos junto a la cruz.
La Santa compañía, aún hoy, como tema antropológico-cultural, supone un fascinante y extraño reflejo de una tradición que ha pervivido desde la noche de los tiempos. Se trata de una visionaria recreación espiritual que aglutina un conjunto de temas paganos y católicos. La propia iglesia doto de un sentido religioso y católico tales apariciones, al describirlas como almas en pena que caminan en busca de su salvación. Vemos así, como lo pagano queda institucionalizado por la Santa Madre Iglesia.
Hoy día podemos encontrar muchos detractores al respecto, incrédulos que niegan lo que otros afirman. Para muchos es pura sugestión o alguna ilusión óptica en los cerrados y brumosos montes gallegos. Sea como fuere, lo cierto es que el hecho se ha transmitido de generación en generación a lo largo de más de 2000 años, como un hecho diferencial y propio respecto a otras apariciones en distintos lugares de España. Repito, existen muchos testigos que afirman haber visto tan luctuosa procesión, incluso por delante de casas con personas enfermas y a los pocos minutos morir. Internet está lleno de testimonios, incluso de pruebas gráficas, las cuales, seguramente, más de la mitad serán fotos trucadas o retoques de phtoshop.
Es un tema muy controvertido este, quizá la clave sea que para ver, primero hay que creer; y solo quien cree es capaz de ver lo que otros no alcanzan a vislumbrar, quizá por miedo, quizá por prejuicios o quizá por pura ignorancia. Lo cierto es que ignorar un hecho como este, es a todas luces un acto de negación, no solo de los muchos testigos que afirman haber visto, sino que también de toda una tradición y de todo un pueblo: el galego que aún hoy hunde sus raíces y sus más profundas convicciones como pueblo en lo más profundo y oscuro de su pasado celta.
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