Según la tradición católica, los ángeles caídos o nefelim, son aquellos ángeles que fueron expulsados del paraíso como castigo por desobedecer o rebelarse contra Dios.
El propio Antiguo Testamento utilizar la palabra nefilim, para referirse a los expulsados. La palabra nefilim o nephilim, proviene del hebreo y quiere decir “los caidos”. Estos seres, eran para la tradición judía y cristiana un pueblo de gigantes, como resultado de la unión entre los Grigori (aquellos desterrados del paraíso) y las hijas de Adán (primeros descencientes de la unión entre Adán y Eva.)
Desde un punto de vista judío, el origen de seres se remonta a la historia de los ángeles caídos, cuando Shemhazai, un ángel de gran rango, condujo a un grupo de ángeles rebeldes a la Tierra para instruirlos, pero al poco tiempo fornicaron con las mujeres que ya habitaban esa región, procreando con ellas a los nefilim. Estos ángeles, guiados por Azazel, instruyeron también a sus mujeres en las artes mágicas y el uso de cosméticos.
De esta manera, los nefilim al ser una aberración, producto de la unión entre humanos y ángeles, adquirieron la forma de los humanos pero sus dimensiones fueron colosales, su fuerza era descomunal y su apetito insaciable, una vez que consumieron todos los recursos en la tierra, comenzaron a devorar humanos y destruyeron todo lo que encontraron a su paso. Por esa razón, según los textos bíblicos, Dios decidió enviar el diluvio universal para limpiar la tierra de la maldad humana que habían creado estos atroces seres.
Los Ángeles Caídos para el Cristianismo
Sea como fuere, y volviendo a la tradición cristiana, los tres motivos principales por los que se rebelaron fueron, básicamente, por lujuria, por vanidad y por el uso del libre albedrío; como vemos son rasgos los que asumen estas entidades arcangélicas netamente humanas, de igual manera que en la cosmogonía clásica griega los dioses también sucumbían ante tentaciones humanas como el deseo o lujuria, como la vanidad o la desobediencia (los motivos son idénticos).
Cuando Dios creó a los ángeles, los dotó de entendimiento y libertad; algunos ángeles comenzaron a cuestionar y alejarse de Dios, conforme se iban alejando se iban formando las jerarquías angelicales, de las que ya hemos hablado, algunos todavía más alejados se convirtieron en humanos, pero los que se alejaron totalmente, cayeron al infierno y se les conoce como los caídos de Dios o ángeles caídos.
Los ángeles que cayeron por lujuria, entre los que destacan Semyazza, Samael y Azael, son mencionados en escrituras apócrifas como Los tres libros de Enoc donde se dice que Dios le pidió a los Grigori (un grupo selecto de 200 ángeles) para ayudar a los arcángeles en la creación del Edén, cuando los Grigori bajaron a la tierra conocieron a las hijas de los hombres de quienes se enamoraron y con las que se yacieron carnalmente. Esto provocó la furia de Dios que los desterró del cielo convirtiéndolos en demonios. Como vemos esta historia coincide con el comienzo de este artículo, nuevamente observamos como la mentalidad y el influjo de la tradición judía transgrede sus propios límites y pasa a formar parte del contexto católico.
En los textos de Enoc, se nombran hasta 200 entidades arcangélicas desterradas, de entre los que merecen destacar: Samyaza, su líder; Urakabarameel, Akibeel, Tamiel, Ramuel, Danel, Azkeel, Saraknyal, Asael, Armers, Batraal, Anane, Zavebe, Samsaveel, Ertael, Turel, Yomyael y Azazyel o Azazel.
Un importante capítulo en cuanto a la confrontación de algunos ángeles y Dios, fue el hecho de algo tan humano como el orgullo o la vanidad (considerado como pecado capital por el propio Libro Santo). Según la Biblia, Dios creó a Lucifer, en esencia un querubín, a quien dotó de gran inteligencia, perfección y hermosura para que pudiese dirigir al resto de la cohorte celestial. Es por ello, por su gran poder y su inteligencia, que la arrogancia lo venció y llegó a sentirse superior al propio creador de todas las cosas. Existe una famosa frase, aquella que Lucifer le dijo a Dios:
Non serviam
O lo que es lo mismo “no te serviré”. En estas tres palabras han visto muchos un principio de revelación y de cuestionamiento de toda autoridad, para muchos este es el primer grito de libertad y autonomía con respecto a ídolos y dogmas. Lo que es revelador en este caso es el hecho de que Dios otorgase tan elevada inteligencia a Lucifer, hecho que le conducirá a algo tan humano, repito, como la soberbia y el ansia de libertad, según muchos.
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