En la década de los años 50 el Ministerio de sanidad español construyó un recinto hospitalario en las proximidades de Barcelona, en Tarrasa, concretamente. Un lugar donde ingresarían enfermos de cáncer de pulmón, o de turberculosis en estadios avanzados de la enfermedad. El lugar elegido fue Tarrasa debido a que poseía La Pineda, un bosque de aire puro, fresco y tonificado de debería beneficiar a los enfermos y fue conocido como el Hospital de Tórax.
El plan, como otros muchos realizados en todo el país en esta misma dirección, impulsado por el Gobierno español se llevó a cabo y en 1952, se inauguró.
Este lugar estuvo funcionando hasta 1997, si bien ya desde los años 70 el lugar empieza a tener un aspecto de claro declive, abandono y secretismo. De hecho el lugar quedara abandonado y empezarán a hacerse públicos espeluznantes hechos y vivencias ocurridas al otro lado de los muros. El edificio se sumerge en un halo de abandono, decadencia y extrañas percepciones y ruidos, De hecho, este centro clínico ha servido de inspiración y decorado para varías películas de terror: “Los Sin Nombre”, en 1999; “El maquinista”, en 2004 y en el 2006 “Fragiles”, en todas ellas se nos muestra parte de este edificio abandonado, misterioso y decadente.
Era un tipo de tratamiento novedoso, en su momento, e inflexible, el aplicado en esta institución sanitaria: los enfermos estaban totalmente aislados del mundo exterior. El único contacto con la realidad era, en el mejor de los casos, una radio y 5 minutos de teléfono a la semana. El edificio estaba constituido por dos alas principales, nueve pisos de altura y los sótanos, donde terminaban las personas que acaban de morir.
El Misterio del Hospital de Tórax
Este lugar, que en su día contaba con más de 1500 camas, en dos espacios diferenciados: uno para clase obrera y otro para clase burguesa, presentó durante los años 70 los índices más altos de suicidio en España. De hecho, se estima que, en los últimos años, un enfermo pasaba de media poco más de un año antes de suicidarse. La lenta y agónica muerte de los enfermos, sus gritos de agonía y sus desvaríos provocados por la medicación y la fiebre, provocaba una acentuación de la psicosis que atormentaba al resto de los pecientes, lo cual inducía a nuevos suicidios.
Nadie sabe con exactitud que guardaban en el secretismo de tanto celo las autoridades sanitarias en aquel lugar. No existen fotografías de sus primeros años en funcionamiento, ni memorias médicas que describan los procedimientos o los métodos. Sí es cierto que en el 2004 apareció en prensa una noticia que provocó gran impacto en la opinión pública: la policía detuvo a un joven que había robado de las instalaciones de este hospital un feto humano conservado en formol. Según declaró, lo había cogido de la quinta planta, lo cual disparó las hipótesis de que en el hospital se estaban realizando todo tipo de experimentos con personas. En un registro minucioso se encontraron más fetos humanos con distintas deformidades. Nunca se ha sabido el porqué y cómo llegaron hasta allí dichos restos humanos.
Por otra parte, también se cree que en el Hospital de Torax existe gran actividad paranormal, lo cual no es extraño si tenemos en consideración tantos y tantos hechos luctuosos y dramáticos acaecidos entre sus muros, de hecho hace poco trascendió que determinados aparatos para captar frecuencias de actividad paranormal dejan de funcionar en determinados espacios del edificio, siempre los mismos y en los mismos lugares.
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